El hielo de mis dedos se empieza a derretir
y con él, los polos del planeta,
tu ropa en mis sueños y
las cerraduras en las puertas.
Agua para mis barcos de papel
que siguen la ruta, los rastros de un sendero luminoso;
que no se apaga el faro, que hoy empieza el mundo.
Es mejor que sigas durmiendo;
esta noche sólo canta el frío y no perdona a las princesas.
Es mejor que sigas soñando;
esta noche estoy en la calle que me atraviesa,
la que me hilela los dedos,
la que me deja sin aliento;
la calle por la que no te cruzas.
Ni los charcos se libran de mis dedos deshielados
y forman coronas de agua a mi paso;
solo llueve en mi mano y ahora en los charcos.
Sigo la ruta del faro sin perseguir el horizonte de su luz,
sigo remando con ramas de olivo;
sigo el camino, sigo.
y con él, los polos del planeta,
tu ropa en mis sueños y
las cerraduras en las puertas.
Agua para mis barcos de papel
que siguen la ruta, los rastros de un sendero luminoso;
que no se apaga el faro, que hoy empieza el mundo.
Es mejor que sigas durmiendo;
esta noche sólo canta el frío y no perdona a las princesas.
Es mejor que sigas soñando;
esta noche estoy en la calle que me atraviesa,
la que me hilela los dedos,
la que me deja sin aliento;
la calle por la que no te cruzas.
Ni los charcos se libran de mis dedos deshielados
y forman coronas de agua a mi paso;
solo llueve en mi mano y ahora en los charcos.
Sigo la ruta del faro sin perseguir el horizonte de su luz,
sigo remando con ramas de olivo;
sigo el camino, sigo.
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