Bienvenidos.


Quiero darles la bienvenida a este nuevo lugar que se convertirá en otra ventana abierta a la Esperanza, en un refugio para los perseguidos y en una casa abandonada que, poco a poco, se irá habitando y dejando en cada habitación un perfume diferente, unas risas y, por qué no, alguna que otra lágrima.
Me temo que esta Nueva Casa se plagará de verdades y de susurros, asi que no teman contagiarse y disfruten de esta pequeña enfermedad, de esta pequeña locura.
Mi Bienvenida a los Poetas que un cierto día despertaron tras un embrutecedor letargo, para enfrentarse a la Jungla de las Mentiras y a los rayos de un Sol que casi no deja ver.
No niego la entrada a las Poetisas ni a las Mujeres porque, aquí, ya son Poesía.

viernes, 10 de junio de 2011

Espectador

Hoy desperté queriendo hacer repaso de estos últimos años. La única manera que hay de hacerlo es salirse de uno mismo y sentarse a ver qué ha pasado conmigo, es como si durante un periodo corto de tiempo, fuese yo el espectador de mi propia función.

Esto mismo ya lo había hecho antes y siempre me veía tal y como creía. Haciendo el mismo papel, con la misma cara y en la misma parte del escenario. Tanto en el patio de butacas como en la parte mas lejana y alta de los palcos, se me podía ver. Pero esta vez no. Me senté esperando a que apareciera por la parte en la que suelo presentarme, pero no me veía. Alarmado di un rápido barrido visual a todo el escenario pero seguía sin verme, entonces me di cuenta de que esta vez aparecía en la otra parte del escenario, con ropa nueva, aspecto relajado y en vez de agachado, esperando mi turno, estaba de pie mirando al público. Mirándome a los ojos y esbozando una sonrisa complacida. Esa misma que uno se guarda para cuando la ocasión lo merece, pero cuando parece que es el momento le sale una sonrisa tan artificial que ni uno mismo se la cree. Pues esta vez era la ocasión, es la sonrisa que la ocasión merece.

Pero la cuestión es que estaba de pie, sonriendo y mirándome a los ojos. Al principio me asusté por no encontrarme en mi actual vida y casi me decía por dentro algo así como: “qué estoy haciendo con mi vida y hacía dónde voy si no soy capaz de reconocerme”, pero todo se esfumó cuando me vi de esa manera.

En otro sitio y erguido. Sonriente, feliz y satisfecho. La función paró durante un tiempo. El mismo que tardé en subirme de nuevo al escenario y ponerme en el sitio que me corresponde. Ya no sólo erguido y satisfecho, sino mirándote a los ojos y sonriendo para seguir haciéndote feliz, tanto como tu has hecho con este espectador que vuelve a escena para seguir con su vida. La que quiere seguir compartiendo contigo.