Bienvenidos.


Quiero darles la bienvenida a este nuevo lugar que se convertirá en otra ventana abierta a la Esperanza, en un refugio para los perseguidos y en una casa abandonada que, poco a poco, se irá habitando y dejando en cada habitación un perfume diferente, unas risas y, por qué no, alguna que otra lágrima.
Me temo que esta Nueva Casa se plagará de verdades y de susurros, asi que no teman contagiarse y disfruten de esta pequeña enfermedad, de esta pequeña locura.
Mi Bienvenida a los Poetas que un cierto día despertaron tras un embrutecedor letargo, para enfrentarse a la Jungla de las Mentiras y a los rayos de un Sol que casi no deja ver.
No niego la entrada a las Poetisas ni a las Mujeres porque, aquí, ya son Poesía.

domingo, 13 de julio de 2008

Nubes de Verano en Los Ojos

Era una mañana más de trayecto en bus. No estoy seguro de lo que pasaba ese dia, pero la gente decidio ir en "masa" a la capital nazarí y no tuve otro remedio que viajar de pie como en tantas otras ocasiones.

Empecé a oir comentarios que me aburrían y que en otro estado de ánimo me hubiesen cabreado. Un anciano se dedicó todo el tiempo a recitar canciones que se entonaban en la Legión, se habría la camisa y se asomaban sus pelos blancos del pecho cuando decia aquello de "Y perteneci al batallón X(no me acuerdo, no me importa) sirviendo al caudillo de España". Habia una señora que estaba sentada, que se reia y buscaba miradas cómplices que hicieran suavizar aquellas terribles palabras que se estaban produciendo, pero no las encontró.
Cuando el hombre legionario acabó su recital empezó a recordar los momentos en los que pasó hambre, tanto el como su familia. Pero parece que el honor de haber permanecido a la legión le saciaba el hambre de la memoria. A mi me aburre la incoherencia y lo unico que hacia era intentar no oir más. Desvié la mirada y encontre a un joven sentado que tenia una camiseta con la A de anarquía y miraba a otro anciano que se tambaleaba de un lado hacia otro sin la menor intención de cederle su asiento. También me aburre esta incoherencia.

Llegando al destino, el hombre que se tambaleaba topó con mi brazo y se aferró a el como si se tratara de un soporte. Yo no aparté mi brazo , sino que me disponia a sostenerlo con la mano que tenia libre y asi lo hice. El anciano me miraba muy cerca y muy detenidamente, y me di cuenta que su ojo derecho estaba medio cerrado, casi inútil. Me apretó fuerte con su mano y me dijo: "¿Sabes que es lo peor que le puede pasar a un hombre?". Yo no supe que responder pero intente en todo momento permanecer firme ante la pregunta y firme para sostener su cuerpo, solo lo miré y moví la cabeza con el gesto de afirmación, pero como diciendo :"Dígame". El hombre sin pestañear me dijo: " Lo peor que le puede ocurrir a un hombre es quedarse ciego, si no puede ver, no puede vivir". El ingenuo de mi, recordando una conversación con mi hermano Náufrago le pregunté: "¿Y si se quedase sordo, no seria peor?". A lo que me contestó: "No, si no puedes ver el mundo, no puedes ver las razones por las que merece la pena vivir. me dejaron medio ciego de un ojo con una operación fallida y ahora tengo cataratas en el único que tenia sano. Me estoy quedando ciego y puedo andar, escuchar sentir....pero no puedo ver, es mi único achaque a mis 78 años, ¿tu crees que eso es justo?". Yo no podía pronunciar palabra porque me estaban dando otra lección de plena vida, solo le di la razon y deje caer mi brazo en su hombro porque el bus habia llegado a su destino. Cuando iba a salir del bus me dijo: "No dejes de ver las cosas que yo ya me voy a perder". Y se marchó mirando al suelo, no espero ni a mi compromiso de palabra en el que le quería decir: "Descuide, asi lo haré".

Me voy a ver Mundo una temporada porque hay gente que sin saber mi nombre asi quiere que lo haga. Me voy a ver mundo antes de que el mundo se me nuble para siempre.
Si alguna vez me quedo ciego, por lo menos me quedarán susurros de voz y de vida con la Música y con Silvio.

"Por cierto, la historia es real"

domingo, 6 de julio de 2008

Las Horas

Son terrones de azúcar a tu llegada,
un verdadero infierno cuando marchas;
son pesas colgando de mis brazos,
plumas cuando me miras, cuando te abrazo.

Son puñales clavados en mi espalda,
un tren de retraso, una llama de agua;
son unos pequeños instantes, fugaces cuando me hablas.
Son enteras, malditas y estrellas empapadas;
tienen prisa, son vaivenes que cuelgan de pared blanca.

Son mis únicas compañeras para esperar al alba,
son ellas, eternamente avanzadas.