Puede que sea otra noche más,
con sus vaivenes y su dirán,
con sus pasiones, fragilidad;
toda ella llena de estrellas, de quizás.
Sólo son vidrios rotos en asfalto,
mas se parece a la muerte de un reloj
que se clava en las lágrimas de aquella cama
y no dejan de maldecir a ese maldito stop.
Sólo son copas que suenan al caer,
un crujido en medio de sus pies,
un grito y una llamada para barrer.
Son paredes que me muestran proletarias de asfalto,
se acercan a los coches si está en rojo el semáforo,
se acercan a quien no conoce,
se mueren cuando el semáforo se viste de verde.
Ojos que me llaman y se clavan en mi cuello,
dejándome sin alma la punta de mis dedos.
Recogen a retratos en blanco y negro,
mantienen viva la memoria y el recuerdo.
Cristales son todo ello,
cristales, a veces, mis sueños.
con sus vaivenes y su dirán,
con sus pasiones, fragilidad;
toda ella llena de estrellas, de quizás.
Sólo son vidrios rotos en asfalto,
mas se parece a la muerte de un reloj
que se clava en las lágrimas de aquella cama
y no dejan de maldecir a ese maldito stop.
Sólo son copas que suenan al caer,
un crujido en medio de sus pies,
un grito y una llamada para barrer.
Son paredes que me muestran proletarias de asfalto,
se acercan a los coches si está en rojo el semáforo,
se acercan a quien no conoce,
se mueren cuando el semáforo se viste de verde.
Ojos que me llaman y se clavan en mi cuello,
dejándome sin alma la punta de mis dedos.
Recogen a retratos en blanco y negro,
mantienen viva la memoria y el recuerdo.
Cristales son todo ello,
cristales, a veces, mis sueños.