Bienvenidos.


Quiero darles la bienvenida a este nuevo lugar que se convertirá en otra ventana abierta a la Esperanza, en un refugio para los perseguidos y en una casa abandonada que, poco a poco, se irá habitando y dejando en cada habitación un perfume diferente, unas risas y, por qué no, alguna que otra lágrima.
Me temo que esta Nueva Casa se plagará de verdades y de susurros, asi que no teman contagiarse y disfruten de esta pequeña enfermedad, de esta pequeña locura.
Mi Bienvenida a los Poetas que un cierto día despertaron tras un embrutecedor letargo, para enfrentarse a la Jungla de las Mentiras y a los rayos de un Sol que casi no deja ver.
No niego la entrada a las Poetisas ni a las Mujeres porque, aquí, ya son Poesía.

jueves, 1 de octubre de 2009

La Leyenda de las Manos Frías ( II )

No estoy seguro si era de nata y fresa pero eso no importa, solo se que estaba frío.

Era el Verano de cualquier día en el que yo y mi hermana nos empeñamos en querer un helado. El Abuelo materno, accedió a la negociación (si nos daba el helado dejábamos de fastidiar y eso para un abuelo era una oferta que no podía rechazar).
Estábamos en la cocina, el abuelo partio dos trozos de helado y los puso en dos vasos de cristal que colocó en la mesa. Tomó uno en cada mano y nos preguntó: " ¿ A quién quereis más a vuestro otro Abuelo o a Mí?" y yo que no tenía ni un pelo de tonto porque sabía quien tenía la recompensa en la mano respondí el primero y dije: "A tí". Pero mi hermana que ya se le veía por aquellos tiempos más fina que a un servidor, dijo: "A los dos por igual".
El brazo de mi abuelo materno se extendió con un vaso en la mano y se lo dio a mi hermana y ésta (victoriosa y fina) empezó a comer ante mi cara de sorpresa.

El Abuelo me miró y me dio el vaso pero sin dejar de sostenerlo con su mano, dijo: "El otro Abuelo te quiere de la misma manera que yo te quiero. El hecho de que yo te de helado y él no, no es motivo para que me quieras a mi más que a él".
Mis manos se pegaron al cristal del vaso que estaba helado y frío. Ese frío se coló por las grietas de mis manos y se quedó ahí para siempre.

Recuerdo que estaba muy bueno aunque no recuerdo el sabor del helado, pero eso ya no importa. Desde entonces, ese niño con cara de sorpresa hace temblar con sus manos a las personas que se encuentra y pasa a formar parte de su vida. Pero no a cualquiera, no a quien mas le ofrezca, si no a quien mas le haga temblar a él por su pensamiento, por sus palabras y por sus acciones....


...si te hago temblar alguna vez, no lo dudes, eso ocurre porque te quiero.

4 comentarios:

Ana Lógica dijo...

*___*

puedo llorar?

Rosa dijo...

De nuevo, un beso, poeta.

Pero mañana te lo daré de verdad e intentaré no temblar.

El Náufrago dijo...

Hermano, cuántas veces no hemos temblado juntos.
Edad y sabiduría, nada más.


Un abrazo desde la isla,
El Náufrago...

Georgia SinClaire dijo...

que lindo lugar!!!!!! hermosooo!!!
lleno de sentido!
saludso cordiales.
georgi